22 de noviembre de 2011

Pequeños agricultores y agro-combustibles


Como era de esperar, las corporaciones dejan por fuera a los pequeños agricultores en el negocio de los agro-combustibles. 


Luego de que la campaña a favor de los agrocombuistibles prometiera villas y castillas para los pequeños agricultores, éstos descubren que los esquemas de certificación para poder acceder a los recursos prometidos son complejos y costosos; es decir, estan hechos a la medida de las capcidades de las corporaciones que inventaron el negocio. 



De acuerdo con un reciente estudio del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) los actuales estándares y esquemas de certificación están fuertemente sesgados hacia los productores de escala industrial. Y es que aunque se invirtieron millones en campañas publicitarias y en cabildeo para mostrar a los terribles agrocombustibles como una opción ecológica que proveería beneficios a los pequeños agricultores; una vez en marcha, se revela que los supuestos beneficios no eran tales. Además de amenazar la alimentación de la humanidad, los agrocombustibles dejarán por fuera del juego a los pequeños productores, cuyas tierras sean quizás fagocitadas por las corporaciones que inventaron este negocio y que son los únicos y verdaderos beneficiarios.

Lo peor es que los pequeños agricultores conforman una porción significativa de la producción total de agro-combustibles. Por ejemplo, en Indonesia, los pequeños agricultores representan alrededor del 36 por ciento de la producción de aceite de palma. A pesar de su importancia en la producción, quedan fuera del proceso de certificación debido a los gastos requeridos para administración, capacitación e inspecciones por terceros; además del deficiente acceso a la información del proceso de certificación y el deficiente apoyo técnico. Peor aún, las normas familiares que han regido el aprovechamiento del aceite de palma en Indonesia se ven amenazadas por este nuevo esquema corporativo, con lo cual, aquelloas familias renuentes a romper la tradición, simplemente quedan fuera. Afortunadamente éstas son la mayoría.


La palma de aceite es el cultivo oleaginoso que mayor cantidad de aceite produce por unidad de superficie. Con un contenido del 50% en el fruto, puede rendir de 3.000 a 5.000 Kg de aceite de pulpa por hectárea, más 600 a 1.000 Kg de aceite de palma. Tanto el aceite de la pulpa como el de la almendra se emplean para producir margarina, manteca, aceite de mesa y de cocina, y jabones. El aceite de pulpa se usa en la fabricación de acero inoxidable, concentrados minerales, aditivos para lubricantes, crema para zapatos, tinta de imprenta, velas. Se usa también en la industria textil y de cuero, en la laminación de acero y aluminio, en la trefilación de metales y en la producción de ácidos grasos y vitamina A. Hoy en día, las corporaciones tienen en la mira a la palma de aceite para producir agro-combustibles para los automóviles.

La producción mundial de aceite de palma se calcula en más de 3.000 millones de toneladas métricas. Los principales países productores son Malasia, Nigeria, Indonesia, Zaire y Costa de Marfil. En estos países, el impacto que tiene la producción de aceite de palma sobre los bosques es altísimo. 
 
El dinero de las corporaciones promueve la deforestación y su sustitución por plantaciones, lo cual amenaza la vida silvestre y contribuye a los desequilibrios que ocasionan el cambio climático. Por ejemplo, un informe de Greenpeace denunciaba en 2010 que el aceite de palma usado por Nestlé para la elaboración de chocolates y golosinas, es responsable de la destrucción de los últimos bosques de Indonesia, lo cual también afecta muy negativamente al modo de vida y al sustento de la población local y está ocasionando la extinción del orangután. 

 
Este complejo proceso de "certificación sustentable" al que son sometidos los pequeños productores, se inventó como una vía para que "supuestamente" éstos adoptaran prácticas sustentables de producción y pudieran acceder  a mercados clave de exportación como la Unión Europea, donde los productos deben cumplir los estándares establecidos por entidades tales como la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible y la Mesa Redonda para Soya Responsable. Sin embargo, este tipo de estándares son una estrategia más para hacer inaccesible estas oportunidades para los pequeños productores. Al impedir que puedan comercializar sus productos en este complejo mercado, se les debilita económicamente y se favorece el latifundio por parte de las grandes corporaciones.

Si ya habían razones suficientes para batallar contra los agro-combustibles, este reporte revela que incluso quienes cayeron en la trampa están viendo la verdadera cara de este negocio.

 

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